viernes, 7 de octubre de 2011

Poniendo el Ejemplo: Por el Nobel

“Uno debe ser el cambio que quiere ver en el mundo” Mahatma Gandhi.
Ha informado el Comité Nobel de Noruega que tres mujeres destacadas: La presidenta de Liberia Ellen Johnson-Sirleaf, la liberiana Leymah Gbowee, y Tawakkul Karman, han ganado el premio Nobel de la paz 2011 por su lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y por los derechos de las mujeres para participar pacíficamente en las tareas de pacificación. Además, el jurado destacó que la democracia y una paz duradera en el mundo no se alcanzarán hasta que las mujeres obtengan la completa igualdad, para así poder influir en el desarrollo social a todos los niveles.
“Ellen Johnson Sirleaf, de 72 años, es desde 2006 la primera mujer africana elegida democráticamente para presidir su país. Leymah Roberta Gbowee, de 39 años, es una activista conocida por haber organizado el movimiento pacifista que logró poner fin a la segunda guerra civil en Liberia en 2003, lo que posibilitó la elección democrática de Johnson Sirleaf. Por su parte, Tawakkul Karman, es una política yemení y activista pro derechos humanos que lidera el grupo de Mujeres Periodistas Sin Cadenas, creado en 2005.” (El Universal, 2011)
Los logros de estos ídolos femeninos, sin embargo, no proviene solamente por la lucha por la igualdad y una democracia completa, sino también por el ejemplo que representan para otras mujeres que desean imponer un cambio en el ámbito internacional, así como en sus respectivos países. Las personas, inclusive dentro de su naturaleza, nos vemos impulsados a seguir los pasos de los demás, por lo cual en la historia de la humanidad hemos visto cientos de mártires y héroes patrios defendiendo los derechos, provocando los cambios que se necesitan.
A pesar de ser mujeres que poseen puestos de poder, no vemos la tendencia Maquiavélica típica de que “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Son mujeres impulsadas meramente por el deseo de provocar un cambio altruista y de mejorar las situaciones que muchas personas viven, sin dejarse influenciar por los factores reales del poder (criminales, partidos políticos, organizaciones diversas, etc…) o las polémicas y enfrentamientos a los que deben de dar la cara diariamente. Podemos observar el deseo de trascendencia, no como una consecuencia del poder, sino como una causa del poder que tienen estas mujeres.
¿Pero qué hace falta para que las personas hagan un movimiento, algún tipo de revolución? Motivación. Pero una motivación más grande y profunda que la obtención de poder o cualquier apasionamiento mundano. Aquí vemos la necesidad de las personas de hacerse valer después de algún evento que los deje marcados, siguiendo una tendencia: los seres humanos somos el producto de nuestras experiencias. Sin embargo, tenemos dos casos: el de estas mujeres, que han utilizado su motivación para algo positivo; y Hitler, por ejemplo, quien lo utilizó para algo negativo. Es este sentimiento el que se va fomentando, y se debe de impulsar para que los ciudadanos se comprometan para lograr ese cambio tan necesario.

Josué Emmanuel Lépez Sánchez
A00343604

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